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¿YA HICISTE TU ELECCIÓN?

 

     
¿YA HICISTE TU ELECCIÓN?
     

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   Hubo un joven que había cometido un crimen y lo habían puesto en la cárcel, fue sometido a juicio y el jurado dio su veredicto y dijo: “Encontramos al muchacho culpable del crimen y merece morir”. Entonces el juez lo condenó diciendo: “Yo te sentencio a morir ahorcado, hasta que tu vida mortal se acabe y Dios tenga misericordia de tu alma”. El muchacho fue llevado a prisión y puesto en la celda más segura que tenían, para que estuviera allí hasta el momento de morir.

Algunos amigos del joven fueron al juez y le dijeron: “Juez, nosotros ayudamos para que Ud. fuera elegido en esta ciudad, por favor no permita que ese joven muera de esa manera”.

(Acabamos de venir de Texas por algo parecido de unos jóvenes y Dios salvó las vidas de un joven y una joven, ellos iban a ser ejecutados tres o cuatro días después de eso, supongo que todos Uds. lo han leído en el periódico y estuvieron conmigo en ese momento que fueron perdonados.)

Entonces la gente rogó y suplicó para que no lo hiciera, después de eso la madre del joven vino y se echó un día delante de la puerta del gobernador del estado y lloró para que le permitieran entrar y finalmente un hombre entró y le dijo: “Gobernador, la madre de ese muchacho está allí afuera y quiere verlo”. El gobernador dijo: “Háganla pasar”. Aquella mujer se arrastró en humildad sobre sus manos y pies hasta el gobernador, se agarró de sus zapatos y le dijo: “Señor, ese es mi hijo. ¡No lo mate, no lo mate! Ese es el único que tengo, no lo mate. El no quiso hacerlo, dele sentencia de por vida, pero no le quite su vida gobernador”.

El gobernador dijo: “Bueno, iré a verlo”. El gobernador fue al sitio donde estaba, entraron allí y el muchacho quiso ser orgulloso. Le dijeron: “Hay alguien que quiere verte”. Entró el gobernador y le dijo: “Joven, me gustaría hablar contigo”. Pero él se puso muy arrogante, se sentó muy serio, cerró su boca y no expresó nada. El gobernador le dijo: “Muchacho, quiero que me hables, yo quiero hablar contigo”. Pero el muchacho actuó como que si no lo hubiera oído. El gobernador le dijo: “Joven, si me dejas puedo ayudarte”. Pero el joven le dijo: “Salga de aquí, no quiero oír nada que Ud. tenga que decir”. El gobernador le respondió: “Bien hijo”.

Aquel joven dijo: “!Cállese! ¿No ve que estoy nervioso? No deseo oír ni una palabra que Ud. tenga que decir”. El gobernador dijo: “Bueno, yo vine...” Pero el joven le replicó: “Salga de esta celda”. Así que el gobernador salió y cerraron las puertas.

El guardia de la prisión, que estaba en la puerta oyendo le dijo: “Eres la persona más insensata”. El muchacho preguntó: “¿Quién era ese loco?” El guardia le dijo: “Ese era el gobernador del Estado”. El dijo: “!No! ¿Era el gobernador? Él es el único que puede perdonarme y lo arrojé de mi celda, el único hombre que podía firmar mi perdón y lo eché”. Cuando el gobernador salía dijo: “Él hizo su elección”.

Cuando llegó el día de su ejecución, le pusieron el capuchón negro sobre su rostro para colgarlo y le ajustaban la soga, lo último que aquel muchacho dijo fue: “Pensar que el gobernador estuvo en mi celda y pudo haberme perdonado, si yo no lo hubiera rechazado”.

¿Cómo sabemos nosotros en esta hora si el Gobernador está parado cerca de nuestra celda? No lo rechace, si Ud. nunca ha recibido su perdón, Él no es sólo el Gobernador sino también el Rey, el Único que puede perdonarlo y puede estar parado cerca de la celda en la que Ud. ha estado viviendo por mucho tiempo. ¿Por qué no le deja entrar si no lo ha hecho? Si Ud. no se ha rendido completamente a Él.

Algún día Ud. se dará cuenta que esta manera humilde de reunirse, que Ud. pudiera pensar es pura tontería y que es gente que no sabe de lo que están hablando, Ud. se dará cuenta. El Gobernador está aquí en esta hora, si Ud. tiene alguna necesidad, si está en una celda de enfermedad de la que no puede salir, aquí está el Gobernador, aquí está el Gobernador del mundo. Él es Justo y lo sacará de allí, Él vino y firmó su perdón y Él quiere dárselo en esta mañana, no lo rechace.

Inclinemos nuestros rostros por un momento. Si Ud. ahora quiere una verdadera victoria, con su rostro inclinado ¿por qué no se rinde y deja que el Gobernador firme su perdón en esta mañana? Él está listo para liberarlo, para sacarlo del pecado, de la incredulidad, de la enfermedad y de todo lo que Ud. quiera.

Hágalo mientras oramos, Ud. ore a su manera, hable con Él. El guardia pudo haber hablado con el gobernador pero eso no habría hecho ningún bien, porque ya el joven había hablado con el gobernador. Uno debe hablar con el Gobernador. Si está enfermo, hable con Él; si ha pecado y ha hecho mal, hable con Él, porque Él tiene un perdón para Ud..

Padre Celestial, estamos agradecidos y yo Señor estoy en deuda contigo porque no había forma de que yo pudiera haber pagado la deuda de mi pecado; una vez estuve en una celda porque nací allí, no sabía lo que significaba la libertad y el precio era tan grande que no podía pagarlo. Pero me alegra mucho que el día que visitaste mi celda, reconocí que Tú eras el Único que podías perdonarme y que la única forma de ser libre y tener una victoria completa, era aceptando el perdón que Tú habías firmado para mí.

Señor, hoy soy libre y feliz, visito prisión tras prisión, por aquellos que tienen problemas matrimoniales, los que están enfermos y en prisión, los que andan pecando y están en prisión, aquellos que están frustrados, que tienen dudas y están presos, yo voy de celda en celda diciéndoles que el Gobernador ya viene perdonando a todos y sacándolos.

Padre, Tú conoces el corazón de la gente que está aquí hoy, permite que este sea un día de victoria, un día de victoria total; que este sea un día cuando todos reciban la victoria Señor. Concédelo Señor. Que cada persona sea sanada y vea el momento cuando la Voz de Dios hable a través del fuego ardiente de la fe, esa esperanza que está ardiendo, haz que la Voz de Dios en esta hora hable a cada prisionero y le diga: “He venido hoy para libertarte”.

Quizá haya un joven o una joven, un hombre o una mujer aquí Señor que no Te conoce como su Salvador, que esa Voz de la fe le hable ahora y él pueda decir: “Sí, yo creo que Él es Dios, creo que Él es todo lo que dicen que es”. Señor, permite que esa fe los liberte ahora. Concédelo Señor.

Amado Dios, que después de esto no andemos preocupados y que recordemos que estas pruebas y cosas vienen sobre nosotros porque Dios nos ama, Él nos las da porque tiene confianza en nosotros, Él cree que tendremos fe, le amaremos y podremos vencer. Él se encargará de eso, que no nos preocupemos ni turbemos por eso sino que nos acerquemos, hablemos la Palabra y marchemos hacia delante. Entonces el mar se abrirá y llegará el día de victoria. Concédelo Señor y bendícelos. Libera a los enfermos y afligidos y recibe la gloria.

Permite que este sea uno de los días de victoria más grande de nuestro tiempo, bendícenos hasta que nos volvamos a reunir en el Nombre de Jesucristo. Amén.

 

Si oyereis hoy Su voz, no endurezcáis vuestros corazones. (Heb.3:15)

SI EL SEÑOR HA HABLADO A TU CORAZÓN POR MEDIO DE ESTE MENSAJE Y ESTÁS INTERESADO EN ESCUCHAR LA PALABRA DE DIOS, TE INVITAMOS A ASISTIR A:

 

Extractos de Mensajes predicados por el Rev. William Marrion Branham

Publicado por la Imprenta de Compañerismo de Pastores del Mensaje de la Hora, Venezuela