Hace algún tiempo hubo un verdadero Cristiano que vivió en el Suroeste de los Estados Unidos, su nombre era Daniel Curry, era un hombre al que todos apreciaban, maravilloso, piadoso, santo. La historia dice que él soñó que se moría y ascendía al Cielo, cuando llegó cerca de la puerta de perla pensó: “Entraré a este gran lugar de Dios, pues he predicado el Evangelio y he ganado muchas almas para Cristo, ahora entraré a mi descanso”. El portero preguntó: “¿Quién llega a este lugar santo, quién es Ud.?” El dijo: “Soy el evangelista Daniel Curry, he ganado miles de almas para Cristo, la jornada de mi vida ha terminado, quiero entrar en esta mañana”.
Pecador y apóstata, todos Uds. que han contristado el Espíritu Santo, de esa misma manera va a llegarles ese día. Uds. que no se han entristecido y llorado quizás por cuanto tiempo, toda humildad se ha ido de Uds. Si el Espíritu Santo le toca, ¿por qué no le deja entrar?
Así que cuando Daniel Curry llegó a la puerta del Cielo, los Angeles le dijeron: “ Veremos si Ud. tiene su nombre aquí”. Ellos buscaron en el Libro y al no encontrar su nombre le dijeron: “Señor, lo sentimos, pero su nombre no lo encontramos en el Libro, no hay ningún Daniel Curry aquí”. El dijo: “¡Oh! Debe haber alguna equivocación, ciertamente yo soy un gran evangelista, he ganado muchas almas para Cristo, he tratado siempre de hacer lo correcto”. El portero le dijo: “Señor, siento decirle que no hay ningún Daniel Curry aquí, pero le diré lo que puede hacer, porque nosotros no tenemos derecho de tomar este caso, pero Ud. si quiere apelar su caso, puede ir ante el Juicio del Trono Blanco, aquí no tenemos misericordia para Ud. en lo absoluto, ¿quiere apelar su caso?” El respondió: “Bueno, si esa es mi única esperanza lo haré”.
Daniel Curry dijo que sentía que subía yendo a través del espacio como por una hora y que llegó a un lugar que era muy brillante. Mientras subía, más iluminado se ponía e iba más lento. Era como miles de veces más brillante que la luz del Sol, parecía que aquella Luz alcanzaba hasta cierta parte y de pronto se encontraba en el centro de ella, luego oyó una Voz fuerte que salía de allí y le decía: “¿Quién se acerca a Mi Trono de Juicio?” El respondió: “Yo Señor, Daniel Curry, un evangelista que ha enviado muchas almas al Cielo, se me dijo en la puerta que no podía entrar, así que vengo a comparecer bajo Su Justicia Señor”.
La Voz le volvió a preguntar: “ ¿No se halló tu nombre en el Libro?” El dijo: “No”. Entonces la Voz le dijo: “Has apelado a Mi Corte”. El dijo: “Si Señor” La Voz dijo: “Recibirás Justicia, Yo te juzgaré por Mi Ley. ¿Fuiste perfecto en la tierra?” El dijo: “No, no fui perfecto”. Luego se puso a temblar. La Voz le dijo: “¿Actuaste sinceramente con todos siempre?” El pensaba y unas cuantas cosas vinieron a su mente acerca de las cuales no había sido exactamente sincero y respondió: “No, creo que no fui sincero”.
La Voz le preguntó: “¿Has mentido alguna vez en tu vida?” Dijo: “Si Señor he mentido, recuerdo que dije algunas cosas que eran dudosas, creo que nunca fui exactamente veraz”. Yo pensaba que era un hombre bastante bueno hasta que estuve en la Presencia de aquella Luz, allí era un pecador. Algunas cosas que yo creía que eran mentiritas blancas, se volvieron muy grandes y negras allí. La Voz le volvió a preguntar: “¿Has robado o tomaste alguna vez algo que no te pertenecía, como dinero y otras cosas.?”
Dijo que él pensaba que en la tierra había sido bastante honesto y nunca había robado, pero recordó en presencia de aquella Luz, que algunos negocios que había hecho no estaban bien, ahora se sentía condenado y respondió: “Si Señor, he robado y tomé cosas que no me pertenecían”. La Voz le dijo: “Entonces tú no fuiste perfecto”. El dijo: “No Señor, yo no fui perfecto”.
Daniel dijo que estaba listo para oír su sentencia y sintió como si sus huesos se empezaban a despedazar, esperaba que en algún momento un estallido saliera de aquella Luz y dijera: “Condenado ”. Así iría hacia el fuego preparado para el diablo y sus ángeles. Pero cuando casi se desmayaba, oyó una Voz detrás de él, más tierna que una voz de madre y cuando se volvió para ver quien hablaba, vio el rostro más dulce que jamás había visto, más cariñoso que cualquier rostro de madre, luego caminó hacia él, lo abrazó y dijo: “Padre es verdad, Daniel Curry si mintió y no fue honesto, pero allá en la tierra él se paró por Mí, ahora Yo me pondré en su lugar aquí en el Cielo. Toma todos sus pecados y ponlos en Mi cuenta”.
En la presencia de aquella Luz, todos seremos hallados pecadores, puede que Ud. se sienta seguro ahora, pero espere hasta que llegue allá. Hermano, si Ud. lo contrista hoy alejándolo de Ud., ¿quién va a pararse por Ud. allá en aquel día?
Habrán muchas sorpresas y decepciones en el Juicio. El contrabandista no va a estar decepcionado cuando oiga su sentencia de ir al infierno, tampoco lo estará el mentiroso, el hipócrita, el adúltero, el ladrón, el asesino, el borracho, el idólatra, el hechicero, el homosexual y demás. Pero el decepcionado será aquel miembro de iglesia que pensó siempre que estaba bien, ese sí lo estará. Habrán muchas sorpresas y muchas decepciones, lo sabemos. ¡Dios tenga misericordia de nuestras almas! Esto no es para jugar. Sabemos que algún día nos tocará a cada uno de nosotros, así está establecido por Dios. Es hora de prepararnos y vivir correctamente. Ahora es el tiempo.
Inclinemos nuestros rostros para orar. Amado Dios, amado Cordero moribundo, dócil, humilde. Los pájaros tienen sus nidos, las zorras tienen sus cuevas, pero Tú no tuviste un lugar y sin embargo eras el mismo Señor de Gloria. Cuando Tú naciste, no tenían ropa para ponerte. ¡Oh Dios! ¿De qué sirve entonces mi ropa? ¿De qué me sirven mis carros? ¿De qué me sirve una bella casa? ¿Para qué me va a servir en ese día? Tú no tenías amigos, nadie quería ser amigo Tuyo. Tú dijiste: “Tuve hambre y no me distes de comer, desnudo y no me cubristeis”. ¿De qué va a servirnos todo lo que tenemos hoy en aquel día?
Señor, permítenos pararnos hoy por Ti, para que cuando esa hora llegue y entremos a Tu Presencia, Dios Omnipotente, Omnipresente y oigamos Tu Voz desde esa Luz, porque Tú moras en esa Luz. Cuando tenga que pararme allí solo y mi hermano no esté, mi pastor no esté, mi madre no esté, mi padre no esté, mi esposa no esté, mis niños no estén, mis amigos no estén, ¡oh Dios! ¿Qué voy a hacer? Y eso pudiera ser antes que se ponga el Sol hoy, ¿qué puedo hacer? ¡Oh Cristo, quiero pararme por Ti ahora! Quiero escoger hoy. Dejaré de hablar mal de los demás. Dejaré todo mi mal genio y todas mis diferencias. Quiero que todo egoísmo, orgullo e indiferencia sea quitado de mi. Quiero pararme por Ti hoy, estoy dispuesto a rendir toda mi vida. Confieso todos mis errores en este momento, todo lo que he hecho o pensado alguna vez. Que el Espíritu Santo guíe al arrepentimiento a toda persona, que sepan que han sido indiferentes con Dios. Quiero pararme por Ti hoy, porque quiero que abogues mi caso en aquel día y oír: “El se paró por Mi, ahora Yo me pararé por él”. Concédelo Señor.
¿Quién va a pararse por ti en aquel día?. Si no tienes seguridad para responder a esa pregunta hoy, es hora de que te acojas a la misericordia de Dios, para que cuando llegue aquel día El ocupe tu lugar.
“Prepárate para venir al encuentro con tu Dios”
(Extractos de Mensajes predicados por el Hno. William M. Branham)
Algún día serás tú
Y fueron juzgados cada uno según sus obras.